Madrid, 14 de junio de 2025. Era su noche más grande. El concierto de Lola Índigo en el estadio Metropolitano ha sido la culminación de años de trabajo y sueños. Un evento ambicioso que no solo ha demostrado el crecimiento artístico de la cantante, sino también su capacidad para emocionar y rendir homenaje a quienes la han acompañado en el camino: sus fans.
La cuenta atrás desató la locura en el estadio y, tras ella, comenzó la era de La bruja. La apertura fue solemne y sorprendente: un grupo de músicos apareció tocando un paso de Semana Santa, mientras Lola surgía desde debajo del escenario para interpretar Ya no quiero na’. La nostalgia y la emoción se apoderaron del público, que coreó cada palabra. A partir de ahí, el espectáculo se dividió en etapas que recorrían su evolución musical: desde sus primeros éxitos hasta su faceta más experimental. Los visuales fueron uno de los grandes aciertos de la noche. Pantallas, fuego, neón, sombras y efectos especiales acompañaron cada canción con una estética cuidada. En Mujer Bruja, Santería y LUNA, el fuego fue el hilo conductor de una puesta en escena vibrante.
Las coreografías también fueron protagonistas. Lola, aunque afectada por el evidente cansancio vocal, mantuvo el ritmo junto a un cuerpo de baile que no dejó de moverse en ningún momento. Hubo fallos técnicos y momentos en los que el sonido jugó en contra, pero la energía del espectáculo lo sostuvo todo.
Uno de los momentos más especiales llegó cuando el flamenco irrumpió en escena. El guitarrista José del Tomate acompañó a la artista en un bloque íntimo al borde del escenario, casi como si estuvieran en un tablao. Con él y otros músicos interpretó canciones como Condenao, De plastilina, El pantalón y una versión muy sentida de Corazón Partío, recordando sus raíces andaluzas. Fue uno de los pocos momentos sin baile, en los que la artista se sostuvo únicamente por su voz y emoción. Aun así, el ritmo volvió con fuerza poco después, con temas como Fuerte, Cuatro besos y Yo tengo un novio, que recuperaron el tono más festivo.
En el bloque de La Niña, el mundo rosa se adueñó del estadio. Llegó una de las grandes sorpresas: TINI apareció en el escenario para interpretar con Lola el éxito La niña de la escuela. Fue uno de los momentos más aplaudidos de la noche. “Las amigas tenían que estar un día como hoy”, dijo Lola con una sonrisa emocionada. Luego llegaron temas como Culo, CALLE y Me quedo, donde el público esperaba una aparición de Aitana que finalmente no sucedió. A sus fans les dedicó Toy Story, un tema cargado de nostalgia y gratitud. Otro instante de emoción pura fue la aparición de Belén Aguilera, gran amiga de Lola, con quien compartió La tirita. La complicidad entre ambas fue evidente, y la emoción se mantuvo mientras el estadio se transformaba en una pista de baloncesto inspirada en High School Musical para dar paso a Lola Bunny. Por si faltaban elementos, Lola apareció conduciendo un coche rosa en el escenario mientras sonaban Casanova y Tamagochi, desatando la locura entre el público.
La era de El Dragón llegó con un nuevo despliegue escénico. El huevo de dragón, ya característico de su última etapa. Sin Quevedo, pero con 60.000 voces coreando, Lola interpretó El tonto y continuó con Discoteka y Mi coleta, temas que explotaron en fuerza visual y escénica. En Corazones rotos, el ritmo no decayó. Paulo Londra fue el siguiente gran invitado. Juntos interpretaron su conocido Adam y Eva, y después su colaboración conjunta Perreito pa’ llorar.
Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó con el recuerdo a Triana, una niña fan que falleció recientemente. Lola le dedicó Sin autotune con la voz entrecortada por la emoción, en un silencio respetuoso y conmovido por parte de todo el estadio.
En el bloque final, vestida con una capa interpretó Yo te llevo, seguida de El dragón. Elevada sobre una plataforma, se dirigió al público: “Gracias por cumplir mi sueño. Seguro que vosotros también tenéis muchos, y espero que se cumplan”. Siguió con 1000COSAS y con Mojaíta, que se estrenaba en directo por primera vez.
Después de un largo parón que generó confusión, la artista reapareció vestida como una auténtica reina para interpretar su hit más viral: La reina. Rodeada de fuegos artificiales, confeti y luces de todos los colores, puso el broche final a su espectáculo.
Aunque el concierto tuvo sus altibajos, Lola Índigo ha hecho historia. Ante 60.000 personas, se ha entregado por completo. Ha compartido sus miedos, su ilusión, sus raíces y sus sueños, dejando claro que este no fue solo un concierto: fue la celebración de un camino y la confirmación de que aún tiene mucho que ofrecer.
